viernes, 26 de febrero de 2016

Neritis lúpica

ARTÍCULO DE REVISIÓN

Actualidad en el tratamiento
de la nefritis lúpica proliferativa

Update on the treatment of proliferative lupus nephritis
Luis Alonso González1, José Fernando Molina2, Gloria María Vásquez3

Resumen
La nefropatía lúpica (NL) es una causa importante de morbilidad y mortalidad en pacientes con lupus
eritematoso sistémico (LES) la cual tiene un impacto directo en la supervivencia de estos pacientes. El uso
de un tratamiento inmunosupresor agresivo ha mejorado la supervivencia renal y de los pacientes. Los
objetivos de esta terapia inmunosupresora son la obtención de una remisión temprana, evitar la aparición
de exacerbaciones y la progresión a insuficiencia renal crónica con la mínima toxicidad posible. El
tratamiento con pulsos intravenosos mensuales de ciclofosfamida y de glucocorticoides (el régimen del
Instituto Nacional de Salud) como tratamiento de inducción y la administración a largo plazo de pulsos
venosos de ciclofosfamida o con azatioprina ha llegado a ser el tratamiento estándar de la NL proliferativa
severa. El micofenolato mofetil es una alternativa a la ciclofosfamida en el tratamiento de inducción y de
mantenimiento de la NL proliferativa. Existen otras opciones terapéuticas para la NL resistente como
regímenes más agresivos de ciclofosfamida (a expensas de una mayor toxicidad), inhibidores de la
calcineurina, gamaglobulina hiperinmune intravenosa, inmunoadsorción y terapias dirigidas contra la
célula B.
Palabras clave: nefritis lúpica, agentes citotóxicos, micofenolato mofetil, linfocitos B, rituximab.

Summary

Lupus nephritis (LN) is an important cause of morbidity and mortality in patients with systemic lupus
erythematosus (SLE). The use of aggressive immunosuppressive treatment has improved both patient and
renal survival. The objectives of this therapy should be to achieve a prompt renal remission, to avoid renal
flares and progression to chronic renal failure with minimal toxicity. Treatment with monthly intravenous
cyclophosphamide and glucocorticoids (National Institute of Health regimen) as induction treatment and
long-term administration of venous pulses of cyclophosphamide or azathioprine has become standard
treatment for severe proliferative LN. Mycophenolate mofetil is an alternative to cyclophosphamide for
induction and maintenance therapy of proliferative LN. There are other therapeutic options for resistant
LN as more aggressive ciclophosphamide regimens, but at the expense of more toxicity, calcineurin
inhibitors, intravenous immunoglobulin, immunoadsorption and therapies that selectively target B cells.
Key words: lupus nephritis, cytotoxic agents, micophenolate mofetil, B-lymphocytes, rituximab.
1 Profesor Sección de Reumatología, Hospital Universitario San Vicente de
Paúl, Universidad de Antioquia. Medellín, Colombia.
2 Profesor de Reumatología, Facultad de Medicina, Universidad CES; director
médico, Reumalab. Medellín, Colombia.
3 Grupo de Reumatología, Universidad de Antioquia, Grupos de Inmunología
celular e inmunogenética. Facultad de Medicina, Universidad de Antioquia.
Medellín, Colombia.



Introducción

La nefropatía es una manifestación frecuente
y grave del lupus eritematoso sistémico (LES).
Usualmente se desarrolla durante los primeros
cinco años después del diagnóstico y su prevalencia
es de 60% en adultos y 80% en niños con
LES1-3. Además, tiene un impacto directo en la
supervivencia de los pacientes lúpicos4,5. Sin embargo,
gracias a un diagnóstico temprano, a los
avances terapéuticos y a la prevención de las
complicaciones derivadas del tratamiento, la supervivencia
de los pacientes con nefritis lúpica (NL)
a mejorado en los últimos 40 años. Mientras en
la década de los cincuenta, la tasa de supervivencia
a cinco años en pacientes con NL era cerca
del 0%, en los noventa la supervivencia fue
del 83% al 92% a cinco años y de 74% a 84% a
diez años4. Por otra parte, entre un 10% y un 27%
de los pacientes con NL, particularmente aquellos
con glomerulonefritis proliferativa, desarrollan
finalmente una insuficiencia renal crónica
terminal (IRCT) al cabo de cinco a diez años del
diagnóstico6-9.
Aunque la supervivencia ha mejorado dramáticamente
en pacientes con NL proliferativa focal
y difusa, su tratamiento estándar establecido por
el National Institutes of Health (NIH) se ha asociado
con diversos efectos adversos, principalmente
el desarrollo de neoplasias, infecciones y falla
gonadal prematura10-14. Sin embargo, las nuevas
terapias son alentadoras ya que poseen una eficacia
similar o mayor y menos toxicidad15-20.
El manejo de la NL proliferativa focal (clase
III), de la difusa (clase IV) y de la membranosa
asociada con lesiones clase III (Vc) o clase IV (Vd)
es el mismo ya que ambas tienen pronósticos similares
y consta de dos fases. La primera, o inducción
de la remisión, cuyo objetivo es la
remisión del proceso inflamatorio renal y evitar
la progresión hacia la cronicidad. La segunda
fase es la de mantenimiento de la remisión, cuyo
objetivo es evitar la aparición de nuevas
exacerbaciones renales21,22. La remisión renal se
define como la estabilización o mejoría en la función
renal, la presencia de un sedimento urinario
inactivo, proteinuria < 1g/día y normalización
(idealmente) del complemento C3 por al menos
seis meses23. El objetivo de esta revisión es actualizar
al lector sobre los resultados de los diferentes
estudios clínicos aleatorizados controlados
y de los meta-análisis publicados sobre las terapias
utilizadas en los regímenes de inducción y
mantenimiento de la NL proliferativa, la cual representa
la forma más severa de compromiso
renal en LES. También se incluye una revisión sobre
otras terapias alternativas en el tratamiento
de la NL proliferativa, incluyendo las terapias biológicas
que actualmente están bajo investigación.
Metodología
Se revisó la literatura sobre las estrategias terapéuticas
utilizadas en NL proliferativa de 1971
a 2009, utilizando el motor de búsqueda PubMed
de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados
Unidos.

Terapia de inducción

Terapia convencional del NIH. La terapia con
ciclofosfamida ha sido efectiva en el manejo de la
NL proliferativa con un aumento en la supervivencia
renal. Investigadores del NIH llevaron a cabo
diversos estudios aleatorizados controlados en los
que evaluaron terapias con ciclofosfamida (oral o
en bolos intermitentes intravenosos) y glucocorticoides10,11,24-
26 y demostraron que los regímenes
que contienen ciclofosfamida son mejores que
la monoterapia con glucocorticoides en la preservación
de la función renal10. En el segundo estudio
se encontró una mayor eficacia para preservar la
función renal, de los bolos mensuales intravenosos
de ciclofosfamida (0,5-1,0 g/m2) por seis meses que
de los bolos mensuales de metilprednisolona. Además,
la adición de un régimen de mantenimiento
con bolos trimestrales de ciclofosfamida por dos
años más fue más efectiva para disminuir la tasa
de exacerbaciones renales que un curso corto (seis
meses) de bolos mensuales de ciclofosfamida25. El
tercer estudio demostró que la terapia combinada
con bolos mensuales de metilprednisolona (1 g/
m2) y de ciclofosfamida era significativamente más
efectiva para inducir remisión que los bolos de
metilprednisolona11. Luego de un seguimiento a largo
plazo, la terapia combinada con bolos de
metilprednisolona y de ciclofosfamida fue más efectiva
que la monoterapia con bolos de metil
prednisolona o con los de ciclofosfamida; además,
la terapia combinada no se relacionó con un mayor
riesgo de eventos adversos26. Con base en estos
resultados, la terapia combinada fue propuesta
por los investigadores del NIH como el tratamiento
de elección para pacientes con NL moderada a
severa27. Aunque este régimen terapéutico es efectivo
y llevó a una disminución en la tasa de recaídas
renales, también está asociado con un alto
riesgo de leucopenia, infecciones severas, falla
gonadal prematura y neoplasias10-14. Por otra parte,
después de casi diez años de seguimiento, un
45% de quienes presentan una respuesta completa
o parcial a este régimen terapéutico presentan
exacerbaciones renales y de ellos hasta un 27%
evolucionan finalmente a una IRCT28. Finalmente,
dependiendo de los regímenes terapéuticos y la
definición de remisión utilizada, hasta un 22% de
los pacientes con NL proliferativa son refractarios
al tratamiento con ciclofosfamida27, 29.
Regímenes con bajas dosis de ciclofosfamida.
Debido a los efectos adversos derivados
de terapias prolongadas con altas dosis
de ciclofosfamida intravenosa y glucocorticoides,
otros investigadores evaluaron la eficacia y toxicidad
de dosis menores y por corto plazo de bolos
intravenosos de ciclofosfamida. De estos
estudios se destaca el Euro-Lupus Nephritis Trial
(ELNT)15, donde un régimen de bolos intravenosos
a bajas dosis de ciclofosfamida (500 mg) cada
15 días durante tres meses seguidos por una
terapia de mantenimiento con azatioprina fue tan
efectivo como un régimen de bolos de ciclofosfamida
a altas dosis (0,5 gm/m2 - 1500 mg
por bolo) administrados mensualmente por seis
meses seguidos por dos bolos trimestrales; además,
el riesgo de infección severa fue menor con
el régimen de bajas dosis. Luego de 41 meses
de seguimiento en promedio, los resultados de
este estudio mostraron, en primer lugar, que no
hubo una probabilidad significativamente mayor
de falla terapéutica en los pacientes tratados con
el régimen de bajas dosis de ciclofosfamida
venosa (16%) que en los que recibieron altas dosis
(20%); en segundo lugar, la probabilidad de
lograr remisión renal fue del 71% en el grupo de
dosis bajas y 54% en el de dosis altas, pero sin
lograr significancia estadística y finalmente el
número de recaídas renales fue similar en ambos
grupos (27% en el grupo de dosis bajas y
29% en el de dosis altas). Sin embargo, se debe
tener presente que los pacientes incluidos en este
estudio presentaban un grado moderado de
compromiso renal en comparación con los
estudios realizados por investigadores del
NIH10,11,25,26, tal como lo demuestra la baja proporción
de pacientes con NL clase IV (69%), síndrome
nefrótico (28%) y disfunción renal (22%).
Igualmente, el porcentaje de pacientes de raza
negra (9%), en quienes el pronóstico es menos
favorable, fue menor que en los estudios del NIH
reportados por Boumpas y cols. (43%)25 y Gourley
y cols. (34%)11. En un reporte posterior de este
estudio, luego de 73 meses de seguimiento, no
se encontraron diferencias significativas entre
ambos grupos con relación a deterioro en la función
renal y desarrollo de IRCT30. Recientemente,
se dieron a conocer los resultados de este estudio
luego de diez años de seguimiento y se encontró
que la mortalidad, probabilidad de doblar
las cifras de creatinina de manera sostenida y el
desarrollo de IRCT no difirieron estadísticamente
entre los grupos tratados con bajas dosis y los
tratados con altas dosis (11% vs. 4%, 14% vs. 11%
y 5% vs. 9%, respectivamente); de igual manera,
las cifras de creatinina sérica (mg/dl), proteinuria
(g) en orina de 24 horas y el puntaje para daño
acumulado no difirieron entre los brazos terapéuticos,
bajas dosis y altas dosis (1 ± 0,6 vs. 1 ±
0,4, 0,5 ± 1 vs. 0,6 ± 1,3, 1,1 ± 1,1 vs. 1 ± 1,2,
respectivamente). En este seguimiento a diez años
se confirmó que una respuesta temprana al tratamiento,
particularmente una caída temprana
(después de tres a seis meses de iniciado el tratamiento)
en la proteinuria de 24 horas, es un marcador
de buen pronóstico renal a largo plazo.
Los autores concluyen que el régimen terapéutico
del ELNT es una alternativa terapéutica con
buenos resultados clínicos a largo plazo al régimen
clásico del NIH, al menos en la población
de pacientes europeos con NL31.
El grupo del Hospital San Tomás de Londres
también evaluó la eficacia de dosis bajas de
ciclofosfamida intravenosa32; el régimen de inducción
utilizado consistió en bolos semanales
de 500 mg de ciclofosfamida intravenosa más
glucorticoides como terapia de inducción; una
vez obtenida la remisión parcial o completa
(luego de una mediana de tres pulsos por paciente),
se inició dos semanas después del último
bolo de ciclofosfamida, un régimen de mantenimiento
con azatioprina (2 mg/kg/día) o con
ciclofosfamida oral (2 mg/kg/día). Este régimen
de inducción seguido por azatioprina fue útil en
pacientes con NL clase IV para preservar la función
renal y no se presentaron casos de falla
gonadal, mientras el 57% de los pacientes que
recibieron posteriormente ciclofosfamida oral
presentaron falla ovárica.
En 2004, se publicó una revisión sistemática
de estudios controlados aleatorizados sobre la
terapia inmunosupresora de la NL proliferativa
difusa33. La mayoría de los estudios compararon
ciclofosfamida o azatioprina más glucocorticoides
con glucocorticoides como monoterapia.
En los pacientes que recibieron terapia combinada
con ciclofosfamida y glucocorticoides, hasta
el 47% de las pacientes presentaron falla gonadal
y el 15% infección grave. Por otra parte, en términos
de eficacia, el 16% de los pacientes desarrollaron
IRCT, el 24% dobló la cifra de creatinina
inicial y la mortalidad fue de un 21%. Los resultados
de este meta-análisis muestran que la terapia
combinada con ciclofosfamida y glucocorticoides
disminuye el riesgo de doblar la cifra de
creatinina inicial en comparación con la monoterapia
con glucocorticoides; sin embargo, no
tuvo impacto sobre la mortalidad y el desarrollo
de IRCT. Además, el uso de ciclofosfamida aumentó
el riesgo de falla ovárica (RR, 2,18; intervalo
de confianza del 95% 1,10-4,34), mientras
que ninguna de las terapias inmunosupresoras
aumentaron el riesgo de infección grave. Por otro
lado, la terapia combinada con azatioprina y
glucocorticoides disminuyó el riesgo de mortalidad,
pero no tuvo un impacto sobre la función y
la supervivencia renal.

Terapia de mantenimiento
Luego de obtener la remisión de la NL durante
la fase de inducción se inicia la terapia de
mantenimiento. Como se mencionó previamente,
Boumpas y cols.25 destacaron la importancia
de la terapia inmunosupresora de mantenimiento
para NL. Ellos observaron que tanto las
exacerbaciones renales como las extrarrenales
severas fueron significativamente más frecuentes
después de un curso corto de ciclofosfamida (bolos
mensuales por seis meses) que luego de un
curso prolongado de ciclofosfamida, en el cual
se adiciona un régimen de mantenimiento con
pulsos trimestrales de ciclofosfamida por dos
años, sin embargo con un mayor riesgo de toxicidad,
especialmente de falla ovárica25; Moroni
y cols. encontraron que el 53% de los pacientes
presentaban nuevas exacerbaciones renales a los
34 meses luego de la suspensión del tratamiento34.
Con el fin de reducir los efectos adversos
propios del uso prolongado de la ciclofosfamida,
otros inmunosupresores han surgido como una
alternativa terapéutica eficaz para mantener la
remisión, y con una menor incidencia de efectos
adversos. La azatioprina (1-3 mg/kg/día) y más
recientemente el micofenolato mofetil (MMF) (0,5-
3 gm/día) han sido eficaces y seguros como terapia
de mantenimiento15,16,17,20,22,35. La duración
de la terapia de mantenimiento sigue siendo un
punto controvertido. No obstante, el uso de terapia
inmunosupresora de mantenimiento durante
más de tres años se ha relacionado con un menor
riesgo de doblar la cifra de creatinina, desarrollar
IRCT y mortalidad36.
Micofenolato mofetil (MMF) como terapia
de inducción y de mantenimiento. El
ácido micofenólico, el metabolito activo del MMF,
es un inhibidor de la inosina monofosfato
deshidrogenasa (IMPDH). Esta enzima controla
la síntesis de novo de nucleótidos de guanosina,
una vía esencial para la síntesis de ADN en los
linfocitos37. Ya que la vía de salvamento de la síntesis
de purinas en los linfocitos es menos activa
que la síntesis de novo de las purinas, el MMF
inhibe selectivamente la proliferación de linfocitos
T y B38,39. Además, el MMF inhibe la proliferación
de células mesangiales40, la expresión de moléculas
de adhesión en las células endoteliales41 y
la expresión de la isoforma inducible de la
sintetasa de óxido nítrico en la corteza renal42. A
diferencia de la ciclofosfamida, el ácido micofenólico
tiene poco impacto en otros tejidos con
una elevada actividad proliferativa como piel,
intestino y médula ósea, los cuales poseen una
vía de salvamento para la síntesis de purinas; lo
anterior explica un menor perfil de toxicidad con
MMF que con la ciclofosfamida43.
El MMF es ampliamente utilizado en el
transplante renal y tiene mayor eficacia que la
azatioprina en la prevención del rechazo agudo
de aloinjertos renales44. Debido a su menor toxicidad,
en los últimos años el MMF ha sido estudiado
en el tratamiento de inducción y de
mantenimiento de la NL (clase III, IV y V). Hasta
el momento se han publicado seis estudios
aleatorizados y controlados: cinco de ellos han
comparado la combinación de glucocorticoides
y MMF con glucocorticoides y ciclofosfamida
durante la fase de inducción16, 18-20, 45 y dos de
ellos el efecto del MMF frente al de la azatioprina
durante la fase de mantenimiento17, 20. Asimismo,
se han publicado tres meta-análisis: dos de ellos
incluyen únicamente estos estudios aleatorizados46,
47 y uno de ellos incluye estudios de
cohortes de pacientes con NL tratados con MMF48.
Los resultados de estos estudios sitúan al MMF
como una alternativa terapéutica prometedora
tanto para la terapia de inducción como para la
terapia de mantenimiento de la NL, con una eficacia
similar o mejor y con menos toxicidad que
los regímenes con ciclofosfamida.
El primero de estos estudios aleatorizados fue
desarrollado por Chan y cols.16. En este estudio se
comparan dos regímenes de inducción en pacientes
con NL proliferativa difusa, uno con MMF en 21
pacientes (2 g/día por seis meses y 1 g/día por seis
meses más) y otro con ciclofosfamida oral en otros
21 pacientes (2,5 mg/kg/día por seis meses), ambos
seguidos por azatioprina a bajas dosis (1-1,5
mg/kg/día) como terapia de mantenimiento por seis
meses. Luego de 12 meses, las incidencias de remisión
completa (81% con MMF y 76% con
ciclofosfamida), o parcial (14% en ambos grupos)
y de recaídas (15% con MMF y 11% con ciclofosfamida)
fueron similares en ambos grupos. La
disminución de las cifras de creatinina sérica y de
proteinuria fue similar en ambos grupos. La incidencia
de infección fue del 19% con MMF y 33%
con ciclofosfamida (P = 0,29). Efectos adversos
como alopecia, leucopenia severa y amenorrea
permanente se presentaron únicamente con
ciclofosfamida. Este estudio se extendió por un período
de cinco años con el ingreso de 22 pacientes
más20 con el fin de evaluar la eficacia y tolerancia
a largo plazo de MMF como terapia de inducción
y mantenimiento. Luego de 63 meses de seguimiento,
no se encontraron diferencias con respecto a remisión
completa (73% con MMF y 74% con
ciclofosfamida-azatioprina) o remisión parcial (24%
con MMF y 23% con ciclofosfamida-azatioprina).
Las cifras de creatinina sérica permanecieron estables
y sin diferencias significativas entre ambos grupos,
mientras que la depuración de creatinina
aumentó significativamente durante el seguimiento
en los que recibieron MMF, pero la diferencia entre
ambos grupos no fue significativa. El 6,3% de los
pacientes tratados con MMF y el 10% de los que
recibieron ciclofosfamida-azatioprina doblaron las
cifras de creatinina inicial durante el seguimiento (P
= 0,667). Ninguno de los que recibieron MMF fallecieron
o desarrollaron IRCT, mientras que estos
eventos se presentaron en cuatro pacientes tratados
con ciclofosfamida-azatioprina (P = 0,062). La
tasa de recaídas y la supervivencia libre de recaídas
fue similar en ambos grupos. Los pacientes tratados
con MMF desarrollaron menos infecciones,
mientras que la amenorrea fue más frecuente con
ciclofosfamida que con MMF (36% versus 3,6%, respectivamente).
Los autores concluyeron que la terapia
de inducción y mantenimento con MMF para
la NL proliferativa en pacientes chinos es tan efectiva
como el régimen secuencial con ciclofosfamida
oral seguido de azatioprina y con menos efectos
adversos.
Ginzler y cols.18 realizaron un estudio abierto,
aleatorizado de no inferioridad y de 24 semanas
de duración en una población multi-étnica de los
Estados Unidos (56% de los pacientes eran afroamericanos)
en el que compararon la eficacia,
seguridad y tolerancia de MMF por vía oral (dosis
inicial de 1 g/día, que se aumentó hasta 3 g/
día) con bolos mensuales de ciclofosfamida
intravenosa (dosis de 0,5 g/m2, que se aumentó
hasta 1g/m2), según el protocolo del NIH, como
terapia de inducción para NL activa (clase III, IV
y V). Se permitió un cambio al régimen alternativo
a las 12 semanas en aquellos pacientes que
no presentaron una respuesta terapéutica
temprana. El criterio principal de evaluación era
la remisión completa a las 24 semanas (norma

lización de los parámetros renales cuyos valores
fueran previamente anómalos y mantenimiento
de los valores basalmente normales), mientras
que uno de los criterios secundarios de evaluación
era la remisión parcial a las 24 semanas.
Ningún régimen de mantenimiento fue especificado.
De los 140 pacientes incluidos en el estudio,
71 recibieron aleatoriamente MMF y 69
ciclofosfamida. En el análisis por intención de tratar,
16 pacientes (22,5%) tratados con MMF y 4
pacientes (5,8%) tratados con ciclofosfamida presentaron
remisión completa, lo que representa
una diferencia absoluta de 16,7 puntos porcentuales
(intervalo de confianza del 95% de 5,6 a
27,9 puntos porcentuales; P = 0,005); tal diferencia
cumplía con el criterio de no inferioridad
predefinido y mostraba la superioridad del MMF
con respecto a la ciclofosfamida. Se observaron
remisiones parciales en 21 pacientes (29,6%)
tratados con MMF y 17 pacientes (24,6%) tratados
con ciclofosfamida (P = 0,51). El cambio al
régimen alternativo fue más común con ciclofosfamida
que con MMF (20% y 8%, respectivamente).
Las infecciones graves fueron más
frecuentes con ciclofosfamida (13%) que con MMF
(5%), mientras que los casos de diarrea fueron
más frecuentes con MMF (18% con MMF y 2,6%
con ciclofosfamida). Los autores concluyen que
el MMF fue más eficaz que la ciclofosfamida
intravenosa en la inducción de la remisión de la
NL y tuvo un perfil de seguridad más favorable.
El régimen de MMF utilizado se basó en datos
que sugieren que la población negra requiere
mayores dosis de este agente49, 50. Algunas limitaciones
de este estudio son la corta duración del
seguimiento y la exclusión de pacientes con formas
severas de NL (depuración de creatinina <
30 ml/min, creatinina sérica > 3 mg/dl); además
no se establecieron comparaciones entre MMF y
la terapia combinada con bolos de metilprednisolona
y bolos de ciclofosfamida. A pesar
de estas limitaciones, este estudio demuestra la
eficacia del MMF como terapia de inducción en
poblaciones de alto riesgo con NL proliferativa,
como la raza negra.
En otro estudio aleatorizado controlado, Ong
y cols.19 compararon la eficacia de MMF por vía
oral (2 g/día por seis meses) con bolos mensuales
de ciclofosfamida intravenosa (0,75-1 g/m2)
por seis meses como terapia de inducción para
NL proliferativa. A los seis meses de seguimiento
la tasa de remisión total (parcial y completa) fue
del 52% en el grupo tratado con ciclofosfamida
y del 58% en los que recibieron MMF (P = 0,70),
mientras que la tasa de remisión completa fue
del 12% con ciclofosfamida y del 26% con MMF
(P = 0,22). De igual manera el perfil de eventos
adversos fue similar en ambos grupos de tratamiento.
Este estudio demostró también la eficacia
del MMF como terapia de inducción para
pacientes asiáticos con NL proliferativa moderadamente
severa.
La eficacia del MMF como terapia de mantenimiento
fue evaluada por Contreras y cols. en
un estudio controlado, aleatorizado, abierto en
pacientes con NL proliferativa17. Incluyeron 59
pacientes que recibieron terapia de inducción con
un máximo de siete bolos mensuales intravenosos
de ciclofosfamida y glucocorticoides orales. Posteriormente,
se les asignó aleatoriamente una de
tres terapias de mantenimiento: pulsos trimestrales
intravenosos de ciclofosfamida, azatioprina
(1-3 mg/kg/día) o MMF (0,5-3 gm/día) durante
uno a tres años. Durante la terapia de mantenimiento,
cinco pacientes fallecieron (cuatro en el
grupo de ciclofosfamida y uno en el de MMF),
cinco desarrollaron insuficiencia renal crónica
(tres en el grupo de ciclofosfamida y uno en cada
grupo de azatioprina y MMF). A los 72 meses, la
tasa de supervivencia libre de eventos definidos
como medidas de desenlace (muerte o insuficiencia
renal crónica) fue mayor en los grupos tratados
con MMF y azatioprina que en el grupo con
ciclofosfamida (P = 0,05 y P = 0,009, respectivamente).
La tasa de supervivencia libre de recaídas
fue mayor en el grupo de MMF que en el
de ciclofosfamida (P = 0,02). En cuanto a los efectos
adversos la incidencia de hospitalización,
amenorrea, infecciones, náuseas y vómito fue
significativamente menor en los pacientes tratados
con MMF y azatioprina que en los que recibieron
ciclofosfamida. Los autores concluyen que
la terapia de mantenimiento con MMF o con
azatioprina es más eficaz y segura que la terapia
a largo plazo con bolos intravenosos de ciclofosfamida.
Sin embargo, este estudio tiene algu
nas limitaciones. En primer lugar, no se obtuvo
remisión en algunos pacientes al final de la fase
de inducción con ciclofosfamida intravenosa, lo
cual pudiera ser explicado por el alto porcentaje
de hispanos y afro-americanos incluidos en este
estudio. En segundo lugar, se excluyeron del estudio
pacientes con enfermedad renal severa (depuración
de creatinina < 20 ml/min). En tercer
lugar, la dosis promedio de ciclofosfamida durante
la fase de mantenimiento (ligeramente
mayor que 0,5 g/m2) fue menor que la dosis recomendada
según los estudios del NIH. Finalmente,
la alta tasa de infección en el grupo
tratado con ciclofosfamida puede deberse a dosis
más altas en este grupo de glucocorticoides
como terapia adyuvante. No obstante, la respuesta
favorable a la azatioprina y al MMF comparado
con bolos trimestrales de ciclofosfamida
insinúa un menor perfil de toxicidad de estos
agentes durante la fase de mantenimiento.
Tres meta-análisis han sido recientemente publicados
y resumen la evidencia del papel que
tiene el MMF en el tratamiento de la NL46-48. Walsh
y cols.46, realizaron una revisión sistemática de
cuatro estudios aleatorizados controlados16,18,19,45
con el fin de determinar el riesgo de falla para
inducir remisión de la NL comparando MMF con
ciclofosfamida. Un total de 268 pacientes se incluyeron,
133 tratados con MMF y 135 con
ciclofosfamida. El criterio principal de evaluación
fue la falla terapéutica para inducir remisión parcial
o total de la NL (de acuerdo a la definición
adoptada en los artículos originales) según el
grado de proteinuria y función renal comparada
con los valores iniciales (Tabla 1), mientras que
el criterio secundario de evaluación fue el riesgo
de muerte o de progresión a IRCT. Los autores
demostraron que el MMF comparado con la
ciclofosfamida disminuye significativamente el
riesgo de falla terapéutica para inducir remisión
durante la fase de inducción [Riesgo relativo (RR):
0,70; 95% IC 0,54-0,90; P = 0,004]. En cuanto
al riesgo de muerte o IRCT al final de la duración
establecida para cada estudio, los análisis no
lograron demostrar una disminución significativa
en el riesgo de estos eventos en los pacientes
tratados con MMF frente a los tratados con
ciclofosfamida (RR: 0,35; 95% IC 0,10-1,22; P =
0,10); sin embargo, cuando se tuvieron en cuenta
los resultados obtenidos de un seguimiento
más extenso se encontró una reducción significativa
de casi un 60% del riesgo de muerte o IRCT
(RR: 0,44; 95% IC 0,23-0,87; P = 0,02). No obstante,
este último hallazgo debe interpretarse con
precaución ya que se obtuvo básicamente de sólo
dos estudios siendo el número de eventos relativamente
pequeño y por consiguiente estos resultados
pueden ser propensos a errores de azar.
Los autores concluyen que el MMF puede ser utilizado
como terapia de inducción de primera línea
para NL en pacientes sin un compromiso
severo de la función renal.
En otro meta-análisis de estudios aleatorizados
controlados, Zhu y cols.47 evaluaron los
beneficios y riesgos del MMF tanto en la terapia
de inducción como en la terapia de mantenimien-
Estudio Definición de falla terapéutica para inducir remisión
Flórez-Suárez y Villa45 Proteinuria >2,9 g/d o incremento > 15% en los niveles
basales de creatinina sérica
Ong y cols.19 Reducción de < 50% en la proteinuria o > 3 g/d o un
incremento > 20% en los niveles basales de creatinina
sérica
Ginzler y cols.18 Reducción de < 50% en la proteinuria o un incremento
> 10% en los niveles basales de creatinina sérica
Chan y cols.20 Reducción de < 50% en la proteinuria o > 3 g/d o

cualquier deterioro renal progresivo

Un tercer meta-análisis48 examinó cinco estudios
aleatorizados controlados con un total de
306 pacientes, diez estudios de cohorte con 212
pacientes con NL tratados con MMF y ocho estudios
de cohorte con 284 pacientes con LES tratados
con MMF, de los cuales algunos presentaron
NL. La tasa de remisión (completa y parcial) fue
más frecuente con MMF que con ciclofosfamida
en estudios aleatorizados (66% frente a 54%), con
un número necesario a tratar de ocho (95% IC
4,3-60). En estudios de cohorte la respuesta parcial
o completa con MMF se presentó en el 80%
de los pacientes con NL, mientras que la falla al
tratamiento o ausencia de respuesta en el 20%.
En los estudios aleatorizados, la mortalidad fue
menor con MMF que con ciclofosfamida (0,7%
frente a 7,8%; RR: 0,2; 95% IC 0,07-0,7), al igual
que la incidencia de efectos adversos como infecciones
graves, leucopenia, amenorrea y alopecia.
Esta revisión sistemática muestra que con
respecto a remisión parcial o completa el MMF
tiene una mayor eficacia y menos complicaciones
que la ciclofosfamida.
Al interpretar los resultados de estos meta-análisis
se debe tener presente varios puntos. En primer
lugar, hubo diferencias étnicas entre los
estudios aleatorizados, con tres estudios que incluyeron
únicamente pacientes asiáticos16,19,20,
uno que incluyó sólo hispanos45 y otro en una
población multiétnica, pero con afro-americanos
como el grupo étnico predominante18; estas diferencias
étnicas son importantes y hay que tenerlas
en cuenta, ya que hay evidencias de que
pacientes asiáticos, hispanos y afro-americanos
presentan formas más graves de NL. En segundo
lugar, se incluyeron pacientes con NL con una función
renal relativamente preservada, de modo
que no se evaluó si el MMF es igual o más eficaz
que la ciclofosfamida en pacientes con severo deterioro
de la función renal; igualmente, aunque
la mayoría de pacientes incluidos presentaban
formas severas de NL (clase IV o Vd), también se
incluyeron pacientes con un mejor pronóstico (NL
clase III y clase V). Finalmente, en algunos estudios17,
20 se incluyeron en la fase de mantenimiento
pacientes que no presentaron remisión en la fase
de inducción, lo cual puede alterar los resultados
obtenidos con MMF en la fase de mantenimiento.
En resumen, es claro que el MMF es
menos tóxico que la ciclofosfamida, lo cual lo
ubica como una interesante alternativa a la terapia
inmuosupresora estándar. Sin embargo, los
estudios desarrollados hasta ahora tienen pocos
pacientes y un seguimiento corto. Los resultados
de estos tres meta-análisis comparando MMF con
ciclofosfamida como terapia de inducción, se
resumen en la tabla 2.
Actualmente se están desarrollando dos estudios
con el fin de determinar mejor el papel del
MMF en la terapia de inducción y de mantenimiento
de la remisión de la NL. El primero de
ellos es el Aspreva Lupus Mangement Study
(ALMS)51, un estudio multicéntrico, multinacional,
prospectivo, aleatorizado y controlado que evalúa
la eficacia del MMF tanto como terapia deUn estudio se publicó como
inducción como terapia de mantenimiento para
NL. En la fase de inducción los pacientes fueron
aleatorizados para recibir MMF (hasta 3 gramos/
día) o pulsos mensuales de ciclofosfamida
intravenosa (0,5-1,0 g/m2) durante seis meses. Los
que no responden se excluyen del estudio y en
los que se ha obtenido la remisión se vuelven a
aleatorizar para recibir MMF o azatioprina como
tratamiento de mantenimiento por tres años. Recientemente
se concluyó la fase de inducción cuyos
resultados se han dado a conocer52, 53. El
criterio principal de evaluación [disminución en
la relación en orina de proteína / creatinina (P/
Cr), calculada en una muestra de orina de 24
horas, a < 3 en pacientes con proteinuria basal
en rango nefrótico P/Cr ( 3) o una reducción en
la relación en orina de P/Cr 50% en pacientes
con proteinuria basal en rango sub-nefrótico P/
Cr (< 3) junto con la estabilización de los niveles
de creatinina sérica (± 25%) o mejoría de los niveles
basales de creatinina sérica a las 24 semanas]
se obtuvo en un porcentaje similar en ambos
brazos terapéuticos de este estudio [104 (56,2%)
de 185 pacientes respondieron a MMF y 98
(53,0%) de 185 pacientes respondieron a
ciclofosfamida intravenosa (OR 1,2; 95% IC 0,8-
1,8; P = 0,58; figura 1)]. Las tasas de respuesta
con MMF y ciclofosfamida intravenosa, según la
raza, fueron similares para pacientes asiáticos
[33 (53,2%) de 62 versus 39 (63,9%) de 61; OR
0,6; 95% IC 0,3-1,3; P = 0,24] y blancos [42
(56%) de 75 versus 39 (54,2%) de 72; OR 1,1;
95% IC 0,6-2,1; P = 0,83]. En los pacientes agrupados
como otros grupos étnicos, un grupo compuesto
principalmente por negros (n = 46) y
mestizos (n = 37), 29 (60,4%) de 48 pacientes
respondieron con MMF y 20 (38,5%) de 52 pacientes
con ciclofosfamida intravenosa (OR 2,4;
95% IC 1,1-5,4; P = 0,033), figura 1. En los análisis
Post hoc se demostró que la tasa de respuesta
entre pacientes hispanos (n = 131) fue de 60,9%
(39 de 64) para MMF y de 38,8% (26 de 67) para
ciclofosfamida intravenosa (OR 2,5; 95% IC 1,2-
5,1; P = 0,011). En cuanto a los parámetros renales
secundarios (proteinuria, nivel de creatinina
sérica y microhematuria) y parámetros no renales
(disminución en los títulos de anticuerpos anti-
ADN, aumento en los niveles séricos de complemento
y normalización de los niveles de albúmina
en plasma), estos fueron similares en ambos grupos.
La incidencia de eventos adversos fue similar
en ambos grupos, siendo la diarrea el evento adverso
más común con MMF y la presencia de náuseas,
vómito y alopecia los más comunes con
ciclofosfamida. En cuanto a la tasa de infección
severa, esta fue comparable en ambos grupos así
como la tasa de mortalidad (4,9% con MMF y 2,8%
con ciclofosfamida). El ALMS muestra dos regímenes
terapéuticos comparables donde el MMF parece
ser tan efectivo como la ciclofosfamida en la
fase de inducción. El otro estudio es el MAINTAIN
Nephritis trial, en el cual se compara el MMF frente
a la azatioprina en términos de eficacia y toxicidad
como mantenimiento de la remisión una vez conseguida
ésta con ciclofosfamida intravenosa según
el protocolo del ELNT.
Opciones terapéuticas en el manejo de la
NL refractaria
Diferentes criterios de respuesta renal al tratamiento
han sido utilizados54-56. Según los criterios
propuestos por investigadores del NIH, resistencia
o no respuesta al tratamiento se define como
la falla para lograr una disminución de la
proteinuria (50% y a menos de 3 gramos al día
si los valores iniciales estaban en rango nefrótico,

 gramo al día si los valores iniciales estaban
en un rango no nefrótico), persistencia de cilindros
urinarios y hematuria (> 5 eritrocitos por
campo de alto poder) en el sedimento urinario y
deterioro en las cifras de creatinina sérica con o
sin mejoría en los marcadores serológicos (nivel
de C3) por al menos seis meses54. Según el Colegio
Americano de Reumatología, remisión renal
completa se define como una rata de filtración
glomerular > 90 ml/min/1,73 m2, una relación
proteínas en orina / creatinina en orina < 0,2 mg/
mg y un sedimento urinario inactivo (5
eritrocitos, 5 leucocitos y ausencia de cilindros
celulares)56. Recientemente el consenso europeo
para nefritis lúpica definió respuesta renal completa
como la presencia de un sedimento urinario
inactivo, disminución en la proteinuria a 0,2
g/día y la presencia de función renal normal o
estable (una rata de filtración glomerular dentro
del 10% de los valores normales si previamente
era anormal); además, una respuesta sostenida
de al menos tres a seis meses puede ser considerada
como remisión pero no remisión completa
sin tener una biopsia renal en la que se demuestre
ausencia de actividad renal57.
A pesar de estas discrepancias en los diferentes
criterios utilizados, hasta un 22% de los pacientes
con NL proliferativa no responden
adecuadamente al manejo inmunosupresor de
inducción de la remisión con ciclofosfamida27, 29,
particularmente aquellos que presentan diversos
factores pronósticos desfavorables como raza
negra, retraso en el inicio del tratamiento con
ciclofosfamida, incumplimiento del tratamiento,
elevación de cifras de creatinina y síndrome
nefrótico al momento de presentación inicial,
hipertensión arterial persistente, presencia de
medialunas y un alto grado de cronicidad en la
histología renal58. Por lo tanto, hay que asegurarse
de un buen cumplimiento del tratamiento por
el paciente así como descartar otras causas como
trombosis de vasos renales, nefrotoxicidad por
medicamentos (inhibidores de la calcineurina,
antiinflamatorios no esteroideos), infecciones,
hipertensión arterial mal controlada, diuresis excesiva,
etc. También puede ocurrir una recaída
tras haberse logrado remisión parcial o completa
de la NL o aparecer intolerancia o efectos adversos
graves al tratamiento inmunosupresor. En
tales casos, puede ser útil la realización de una
nueva biopsia renal, con el fin de obtener información
sobre la presencia, tipo y grado de actividad
renal residual así como la extensión de
cambios crónicos irreversibles. Las opciones terapéuticas
en estos casos varían desde incrementar
las dosis de glucocorticoides, incluso utilizar
pulsos de metilprednisolona, repetir la terapia de
inducción con ciclofosfamida intravenosa, o utilizar
ciclofosfamida oral, MMF o ácido micofenólico
(particularmente si hay intolerancia
gastrointestinal a otros inmunosupresores orales),
o inhibidores de la calcineurina (ciclosporina o
tacrólimus), o administrar inmunoglobulina humana
intravenosa, o practicar plasmaferesis o
depleción de células B con rituximab, o inmunoablación
con ciclofosfamida con o sin rescate
de célula madre hematopoyética. Viceversa, en
pacientes que no responden a la terapia de inducción
con MMF, la inducción con ciclofosfamida
sería la alternativa terapéutica a elegir. Sin embargo,
debido a la ausencia de estudios
aleatorizados controlados en estas circunstancias,
la decisión debe ser individualizada y compartida
con el paciente.
Regímenes más agresivos con
ciclofosfamida
Ciclofosfamida oral. En los resultados obtenidos
en un estudio aleatorizado realizado por
investigadores del NIH, no se encontró superioridad
a los pulsos venosos de ciclofosfamida,
pero sí una mayor toxicidad con la administración
de ciclofosfamida oral; por lo tanto el uso
de ciclofosfamida oral ha disminuido en las últimas
dos décadas10. Sin embargo, en algunos
centros se ha demostrado una buena eficacia a
largo plazo con el uso de ciclofosfamida oral
por corto tiempo en NL proliferativa severa59,60.
Mok y cols.55, en una cohorte de pacientes chinos
con NL proliferativa difusa, encontraron una tendencia
hacia una mayor eficacia en preservar
la función renal luego de un seguimiento
promedio de 8,8 años con ciclofosfamida oral
que con pulsos venosos de ciclofosfamida. En
este estudio tanto la administración oral de
ciclofosfamida como la dosis acumulada de

ciclofosfamida durante la fase de inducción se
asociaron con una respuesta renal completa. Sin
embargo, en el análisis multivariado, la dosis
acumulada de ciclofosfamida y no la ruta de
administración fue un factor independiente de
respuesta renal completa, lo cual indica que la
mayor eficacia del régimen de ciclofosfamida
oral probablemente se relaciona con una mayor
dosis administrada durante un corto período
de tiempo y no con la ruta de administración.
No obstante, el uso de ciclofosfamida oral cursa
con mayor toxicidad, especialmente gonadal
por lo tanto su uso debe reservarse en pacientes
de alto riesgo con NL refractaria. La dosis diaria
de ciclofosfamida oral debe ser de 2 mg/
kg/día o menos y la duración del tratamiento
no debe exceder los seis meses58.
Trasplante autólogo de célula madre e
inmunoablación con ciclofosfamida
Esta forma de tratamiento se ha utilizado en
pacientes con LES severo, persistente y refractario
a la inmunosupresión y consiste en: 1) recolección
de células madres hematopoyéticas
CD-34 positivas, 2) inducción de mieloablación
mediante altas dosis de ciclofosfamida intravenosa
junto con globulina antitimocito o irradiación
linfoide y 3) reconstitución del sistema
hematopoyético del paciente mediante la
infusión de células madres hematopoyéticas
criopreservadas. El Grupo Europeo para el
Transplante de Medula Ósea (EBMT) y la Liga
Europea contra el Reumatismo (EULAR) reportaron
los resultados de este procedimiento y encontraron
remisión (SLEDAI < 3) a seis meses
en 33 de 50 (66%) de los pacientes tratados de
los cuales 10 de 31 (32%) pacientes, que fueron
evaluables, posteriormente presentaron recaídas.
La mortalidad relacionada con el
procedimiento fue del 12%61.
Como una alternativa al trasplante autólogo de
célula madre, Petri y cols.62 utilizaron un régimen
de menor intensidad utilizando dosis inmunoablativas
de ciclofosfamida intravenosa (50 mg/kg/
día por cuatro días consecutivos seguido por 5 ug/
kg de factor estimulador de la colonia de los
granulocitos hasta obtener un recuento de neutrófilos
superior a 1 x 109 /L por dos días consecutivos).
Realmente, este régimen no es mieloablativo ya que
la célula madre hematopoyética es resistente a la
enzima aldehído deshidrogenasa, la cual previene
la conversión de aldofosfamida en fosforamida
mostaza, el agente alquilante activo; por lo tanto
no se requiere rescate con célula madre hematopoyética
autóloga. En este estudio 9 de 14 pacientes
presentaron NL resistente a los glucocorticoides
y a uno o más inmunosupresores; siete lograron
respuesta completa o parcial luego de 29 meses
de seguimiento. Datos preliminares de un estudio
aleatorizado controlado desarrollado por los mismos
investigadores, en el que se compara dosis
inmunoablativas de ciclofosfamida con pulsos
venosos mensuales de ciclofosfamida, demostraron
que las dosis inmunoablativas no eran superiores
a los pulsos venosos mensuales en términos de
respuesta renal completa luego de 18 meses de
seguimiento63.

Inhibidores de la calcineurina

La eficacia y la seguridad de la ciclosporina A
en el tratamiento de la NL proliferativa han sido
demostradas en estudios abiertos no controlados64,
65. La eficacia de la ciclosporina A fue similar
a la de la ciclofosfamida oral en un estudio
aleatorizado controlado en una población
pediátrica con NL proliferativa66. En otro estudio
abierto de once pacientes con NL, ocho de quienes
eran resistentes o no toleraban ciclofosfamida
o azatioprina, el manejo con ciclosporina A durante
doce meses fue eficaz en disminuir significativamente
la proteinuria y la actividad lúpica67.
Ogawa y cols.68 evaluaron la eficacia y la seguridad
de bajas dosis de ciclosporina A (2,5 mg/
kg/día, ajustadas para lograr niveles sanguíneos
entre 80 y 150 ng/ml) en nueve pacientes con NL
resistente a dosis altas de glucocorticoides y/o
otros inmunosupresores. Después de 30 semanas
de tratamiento, dos pacientes alcanzaron remisión
completa y cuatro remisión parcial, las concentraciones
promedio de proteínas en orina
disminuyeron más de un 50% con respecto a los
valores basales, los cilindros urinarios disminuyeron
significativamente y su efecto ahorrador de
esteroide se evidenció por una reducción en el
50% de la dosis de prednisolona.

Dado el estrecho rango terapéutico y la falta
de correlación entre los niveles de ciclosporina
A y su eficacia, es difícil titular su dosis en
pacientes con deterioro de la función renal, una
situación frecuente en pacientes con NL
refractaria.
Tacrolimus es otro inhibidor de la calcineurina
que comparte acciones inmunosupresoras similares
con la ciclosporina A. En un estudio abierto
de nueve pacientes con NL proliferativa difusa
tratados con tacrólimus como terapia de inducción
(0,1 mg/kg/día por dos meses, titulados
hasta 0,06 mg/kg/día) más prednisona, se obtuvo
respuesta renal completa en seis pacientes
(67%) y parcial en dos (22%)69.
Gamaglobulina hiperinmune intravenosa
(IGIV)
Las inmunoglobulinas administradas por vía
intravenosa tienen un efecto regulador inhibitorio
sobre los diversos receptores de activación
Fc-gama (FcRIIA y FcRIIC) y un efecto
regulador estimulador en diferentes receptores
inhibitorios Fc-gama (FcRIIB)70; sin embargo,
también tienen otros mecanismos que ejercen
acciones beneficiosas en diferentes enfermedades
autoinmunes: neutralización de autoanticuerpos
patogénicos, disminución en la
producción de autoanticuerpos, neutralización
de anticuerpos patogénicos anti-DNA, modulación
de las funciones de linfocitos T y B, modulación
en la producción de citocinas y
antagonistas de citocinas e inhibición del daño
mediado por el complemento y de la diferenciación
de las células dentríticas71-73.
La IGIV se ha utilizado como terapia de mantenimiento
en NL proliferativa con resultados favorables,
con una reducción en la proteinuria y
en los niveles séricos de creatinina74; estudios no
controlados han mostrado eficacia de la IGIV en
NL membranosa y proliferativa que no responde
a la terapia convencional75-77. Sin embargo, su
uso también lleva a un riesgo de desarrollar insuficiencia
renal aguda, debido a una nefrosis
osmótica atribuida a la gran cantidad de sucrosa
utilizada como preservativo en algunos productos
de gammaglobulina con el fin de reducir la
agregación de las inmunoglobulinas78.
Plasmaféresis e inmunoadsorción
Sobre la base de la fisiopatología de la NL,
la remoción extracorpórea de autoanticuerpos
parece ser un planteamiento lógico, ya sea por
extracción no selectiva de plasma o por
adsorción específica de inmunoglobulinas (o
anticuerpos anti-DNA). En un estudio aleatorizado
controlado, la adición de plasmaféresis
al régimen estándar de glucocorticoides y
ciclofosfamida no llevó a una mejoría clínica
significativa en relación con deterioro renal,
proteinuria y muerte79. De igual manera, la superioridad
de un régimen consistente en aféresis
y ciclofosfamida no fue superior al uso de
pulsos de ciclofosfamida en el manejo de la NL
en otros estudios aleatorizados controlados; sin
embargo, la adición de aféresis se asoció con
una remisión más rápida80, 81.
Si bien la plasmaféresis no demuestra un beneficio
en NL severa, la inmunoadsorción con
proteína A, C1q, o columnas de celulosa y sulfato
de dextran ha sido útil para el manejo de LES
refractario en series pequeñas de casos82-84.
Un estudio abierto de 16 pacientes con NL que
eran refractarios o intolerantes a la ciclofosfamida
demostró que una fuerte eliminación de inmunoglobulina
G mediante inmunoadsorción fue de
gran beneficio en la mayoría de los pacientes con
mejoría en la proteinuria, títulos de anti-DNA y en
la actividad global de la enfermedad85.
Terapias dirigidas contra la célula B
En la patofisiología del LES, la hiperactividad
de las células B y la producción de autoanticuerpos
juegan un papel importante. Además
de producir autoanticuerpos, las células B activan
el sistema inmune mediante la presentación
antigénica, activación de células T autorreactivas,
regulación de células dentríticas y producción de
citocinas y quimiocinas. Por lo tanto, son un blanco
terapéutico lógico en el tratamiento del LES86.
En la tabla 3, se resumen tanto las nuevas terapias
como otras modalidades terapéuticas en
desarrollo dirigidas contra las células B.

Terapia de depleción de células B
Depleción de células B con anticuerpo
monoclonal anti-CD20 (Rituximab)
Rituximab es un anticuerpo monoclonal quimérico
murino/humano dirigido contra el
antígeno CD20 expresado en la superficie de las
células pre-B y células B-maduras. Rituximab lleva
a una profunda depleción de estos subtipos
de células B mediante la inducción de lisis celular
mediada por citotoxicidad dependiente del
complemento, citotoxicidad celular dependiente
de anticuerpos o apoptosis87. Las células madre,
células pro-B y células plasmáticas no
expresan la molécula CD20, por lo tanto no son
afectadas.
Según la evidencia acumulada, rituximab es
efectivo en el tratamiento del LES y de la NL. En
nueve estudios88-96 (Tabla 4), en los que se
incluyeron un total de 93 pacientes con NL
proliferativa, se demostró mejoría en diversos
parámetros relacionados con la enfermedad
como los índices de actividad, reducción de la
dosis de glucocorticoides, niveles de complemento
sérico (c3, C1q) y anticuerpos anti-DNA,
niveles de albumina sérica, proteinuria en 24
horas, función renal y actividad del sedimento
urinario. Las tasas de remisión oscilaron entre
un 23% y un 67% para respuesta completa y
entre un 43% y un 100% para la presencia de
respuesta completa y respuesta parcial. Aunque
las recaídas fueron frecuentes (38% a 83% de
los pacientes), la mayoría respondieron favorablemente
a un segundo régimen terapéutico con
rituximab. Gunnarsson y cols.94, demostraron
mejoría en la clase histopatológica de la nefritis
y en los índices de actividad renal, así como una
disminución en el número de células CD3, CD4
y CD20 en el intersticio renal en el 50% de los
pacientes en una segunda biopsia realizada
durante el seguimiento (tres a doce meses luego
de recibir rituximab).
Algunos factores como polimorfismos genéticos97
y el desarrollo de anticuerpos antiquiméricos
humanos92 pueden contribuir a una baja
eficacia de rituximab en pacientes que presentan
pobre respuesta a éste. No es totalmente claro si
la administración simultánea de ciclofosfamida
ayude a reducir la incidencia de anticuerpos
antiquiméricos humanos en pacientes con LES
activo.
Infecciones graves asociadas al tratamiento
con rituximab rara vez se han informado en pacientes
con LES88-96. Las reacciones a la infusión
pueden disminuirse mediante premedicación con
acetaminofén y antihistamínicos.
En general, el tratamiento combinado con
rituximab y ciclofosfamida parece ser seguro y
puede ser considerado en pacientes que no responden
a la inmunosupresión convencional,
incluso a dosis altas de ciclofosfamida. Sin embargo,
se requieren estudios aleatorizados controlados
que demuestren su eficacia y seguridad
en la NL proliferativa ya sea como monoterapia
o en combinación con ciclofosfamida98.
Terapias dirigidas contra el linfocito B
Depleción de células B
Rituximab
Epratuzumab
Plasmaféresis de anticuerpos anti-ADN de doble cadena
Abetimus
Bloqueo de la coestimulación de la célula T
Abatacept, Belatacept
BG9588, IDEC-131
Bloqueo de la estimulación de células B
Belimumab
Depleción de células B con anticuerpo
monoclonal anti-CD 22 (epratuzumab)
CD22, otro marcador de superficie de las células
B, es una glicoproteína de 135 kDa miembro
de una clase de moléculas de adhesión que
regulan la activación de las células B e interactúan
con las células T. Este marcador se expresa en el
citoplasma de células pro-B y pre-B y en la superficie
de las células B maduras. Al igual que CD20,
CD22 no se expresa en las células plasmáticas y
a diferencia de CD20, la molécula CD22 puede
emitir señales intracelulares, ya sea constitutivamente
o después de la interacción con su
ligando99.
Epratuzumab, un anticuerpo inmunoglobulina
G monoclonal humanizado dirigido contra el
antígeno CD22 de las células B, media la
citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos
in vitro, pero a diferencia del rituximab, éste media
solo parcialmente la depleción de células B,
con una disminución del 35% al 40% en los
linfocitos B circulantes en pacientes lúpicos100. Un
estudio abierto no aleatorizado de 14 pacientes
caucásicos con LES demostró seguridad y eficacia;
sin embargo, ninguno de ellos presentaba
enfermedad renal grave, mientras que cuatro presentaban
proteinuria leve y estable. Luego de 32
semanas de seguimiento, hubo una disminución
sostenida del 35% en los niveles de células B y no
se observaron anticuerpos anti-humanizados100.
Actualmente se encuentra en marcha un estudio
clínico multicéntrico aleatorizado placebo-controlado
en pacientes con LES (ClinicalTrials.gov
Identificador: NCT00383513).
Plasmaféresis de anticuerpos anti-ADN de
doble cadena con abetimus
Abetimus (LJP 394, riquient) es una molécula
integrada por cuatro oligonucleótidos de ADN
de cadena doble unidos a una plataforma no
inmunogénica de polietilenglicol. Básicamente
produce uniones entrecruzadas entre las inmunoglobulinas
de superficie de los linfocitos B
reactivos frente al ADN, lo cual induce tolerancia
a este antígeno, sin la correspondiente segunda
señal proveniente del linfocito T. Por otro lado,
estos tetrámeros pueden unirse a los anticuerpos
anti-ADN de doble cadena produciendo inmunocomplejos
solubles de pequeño tamaño que no
activan el complemento101. El tratamiento con
este agente ha demostrado reducciones significativas
en los títulos de anti-ADN102. En un estudio
doble ciego, placebo controlado en 230
pacientes con NL (clase III, IV y V), el uso de
abetimus llevó a una disminución en los títulos
de anti-ADN de doble cadena y a un aumento en
los niveles de C3; sin embargo, el número de
exacerbaciones renales no difirieron significativamente
de las del grupo placebo. En el análisis
de subgrupos se encontró que pacientes con
anticuerpos anti-ADN de alta afinidad tenían una
mejor respuesta terapéutica con un 8% y 22% de
exacerbaciones en los tratados con abetimus y
placebo, respectivamente103. Sin embargo, en un
estudio fase III, en el que se incluyeron pacientes
con anticuerpos de alta afinidad, el beneficio fue
menor con un 12% de exacerbaciones en los pacientes
tratados con LJP 394 comparado con un
16% en los pacientes tratados con placebo104.
Bloqueo de la coestimulación de la célula T
Otra estrategia terapéutica prometedora para
el tratamiento de la NL es el bloqueo de las
interacciones entre las células B y T y se basa en
la observación de que la activación de las células
T requiere dos señales105. La primera señal se
da cuando el antígeno es presentado al receptor
de la célula T en el contexto de las moléculas del
complejo mayor de histocompatibilidad clase II
en las células presentadoras de antígeno. La segunda
señal se da por la interacción de moléculas
coestimuladoras en los linfocitos T y en las
células presentadoras de antígeno106. El bloqueo
de esta segunda señal coestimuladora produce
una interrupción de la respuesta inmune, lo cual
lleva a un estado de anergia. La expresión
aberrante de moléculas coestimuladoras, la
disregulación en las interacciones receptor
coestimulador-ligando y la resultante expansión
de células B y T autorreactivas contribuye a la
autotolerancia y desarrollo del LES. Las moléculas
CD40:CD40L y CD28:B7 son importantes elementos
coestimuladores43. Las estrategias
terapéuticas orientadas a la inhibición de la
coestimulación de la célula T son la inhibición

de la interacción de la molécula coestimuladora
CD40 con el CD 40 ligando (CD40L) y el bloqueo
de la interacción de la molécula coestimuladora
CD28 con B7 con abatacept o
belatacept.
Anticuerpo monoclonal contra el CD40
ligando (BG9588 y IDEC-113): el CD 40 se
encuentra en los linfocitos B, células endoteliales
y células presentadoras de antígeno. Este
interactúa con el CD40L expresado en los
linfocitos T CD4 ayudadores activos; la interacción
entre CD40-CD40L lleva a la proliferación
y diferenciación de los linfocitos B y es necesaria
para la producción de anticuerpos y de citocinas.
En un estudio abierto con BG9588 (riplizumab)
se demostró una disminución en la actividad
serológica del LES y reducción de la proteinuria
en un 50%; sin embargo, el estudio fue terminado
prematuramente por la incidencia de eventos
tromboembólicos en los pacientes tratados107.
Con respecto a IDEC-131, no se demostró eficacia
clínica en LES a pesar de ser seguro y bien
tolerado108.
CTLA4-Ig (Abatacept, belatacept): este
agente biológico es una proteína de fusión derivada
del dominio externo del antígeno 4 de los
linfocitos T citotóxicos (CTLA4) y de la porción Fc
de la IgG1. El CTLA-4, expresado en las células T
activadas, es un receptor de alta afinidad por CD
80 (B7-1) y CD 86 (B7-2), los cuales se expresan
en células presentadoras de antígenos y en células
B. El CTLA4-Ig interfiere con la interacción de
CD86 y CD80 en los linfocitos B con la molécula
estimuladora CD28 en los linfocitos T y de esta
manera inhibe la producción de anticuerpos43.
Actualmente, se desarrolla un estudio piloto de
CLA4-Ig en combinación con ciclofosfamida en
pacientes con NL109.
Bloqueo del estimulador inmune natural
de los linfocitos B (BlyS)
Otra alternativa terapéutica dirigida contra la
célula B es la inhibición de citocinas requeridas
para su funcionamiento. El LymphoStat B o
Belimumab (anti-BlyS ab) es un anticuerpo
monoclonal humanizado cuyo mecanismo de acción
es la inactivación e inhibición del estimulador
inmune natural de los linfocitos B (BlyS)110. BlyS es
esencial para la supervivencia y desarrollo de las
células B y sus niveles se han encontrado elevados
en LES111. Los resultados preliminares de un estudio
clínico fase II de pacientes lúpicos con moderada
actividad muestran mejoría en los puntajes
de actividad y calidad de vida112.
Terapia no inmunosupresora de la NL
El tratamiento no inmunosupresor es de gran
importancia, ya que diferentes medidas como un
adecuado control de la presión arterial y disminución
de la proteinuria retardan el deterioro de
la función renal. En pacientes con NL quiescente
y proteinuria persistente, el uso de inhibidores de
la enzima convertidora de la angiotensina y antagonistas
del receptor de la angiotensina II trae
beneficios como la reducción en la presión arterial
y la disminución de la proteinuria113. Por lo tanto,
se recomienda el uso temprano de estos agentes
en pacientes con NL que no responden adecuadamente
al manejo inmunosupresor. Además las
cifras de presión arterial se deben mantener por
debajo de 120/80.
La dislipidemia debe ser tratada como una
medida contra la enfermedad aterosclerótica
acelerada, ya que la enfermedad cardiovascular
se ha convertido en una de las principales causas
de muerte en LES114, 115. Además de sus acciones
hipolipemiantes, las estatinas también
tienen propiedades inmunomoduladoras que
pueden ser útiles para el control de la actividad
lúpica.
La osteoporosis inducida por glucocorticoides,
otra preocupación en pacientes con LES116, 117,
requiere un tratamiento preventivo, como la prescripción
de sales de calcio y suplementos de vitamina
D3; de hecho, incluso, terapia antirresortiva
con bifosfonatos en casos seleccionados.


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